Miguel Angel Ramirez
Esquivel
25 de julio 2015,
Modulo 4.
“El llano en llamas”
(Juan Rulfo)
Juan Rulfo fue un escritor, fotógrafo y guionista que nació
en Jalisco, México en el año de 1917. Perteneció a la generación del 52,
denominada como “la ruptura” ya que eran artistas que luchaban en contra de la
temática nacionalista y de izquierdas que había sido predominante durante
muchos años. En su vida como escritor, repuntan “Llano en llamas”, que consta
de 17 pequeños cuentos y “Pedro Páramo”. Su método de escritura combinaba
exitosamente la fantasía y la realidad, por ejemplo, en Pedro Páramo, une el
mundo de los vivos con los muertos. Justamente esa obra es la que marca el fin
de la novela revolucionaria.
Reseña informativa.
“El llano en llamas “es una de las obras más importantes de
Juan Rulfo en la que se puede encontrar una serie de diecisiete cuentos en los
que Juan Rulfo trata entre otros asuntos, el problema de la tierra. Obra para
todo el público.
El cuento va sobre la lucha armada entre federales y los
rebeldes. Petronilo Flores es el líder de los policías y Pedro Zamora el de los
revolucionarios. El narrador es “Pichón”, uno de los rebeldes, quien termina en
prisión pero no por sus acciones contra el gobierno sino por robar mujeres.
Pichón es el modelo del
revolucionario. Podría ser considerado un reflejo del mexicano de esa época.
El hijo de “Pichón” lleva su mismo nombre, cosa que es
prácticamente una tradición en México y demuestra lo que decía acerca del
tiempo circular. No hay pasado ni futuro, “Pichón” y su hijo están destinados a
vivir exactamente lo mismo. Miseria, problemas y violencia. Es un círculo
vicioso y el autor lo representa jugando con los nombres de los personajes. Es
una manera de decir que habrá “Pichones” por el resto de los tiempos.
Por eso “Pichón” se muestra volcado hacia su interior en
algún punto de la obra. “Más atrás venían Pedro Zamora y mucha gente a caballo.
Mucha gente más que nunca. Nos dio gusto. Daba gusto mirar aquella fila de
hombres cruzando el Llano Grande otra vez, como en los buenos tiempos. Como al
principio, cuando nos habíamos levantado de la tierra como huizapoles maduros
aventados por el viento, para llenar de terror todos los rededores del Llano.
Hubo un tiempo que así fue. Y ahora parecía volver”. Lo que los hace felices es
el pasado, aquél momento en el que casi cambian las cosas. Su felicidad no
proviene de lo que hacen o de lo que harán, sino de lo que sucedió antes pero
que no sucedió.
Sus personajes son campesinos, gente simple, que hablan como
el mexicano común con sus mexicanismos, vulgarismos y características propias
de un registro coloquial; pero su sentir coincide con el del resto de los
hombres de la época, que viven la angustia de ver destruido todo lo que creen
verdadero. En esta síntesis entre lo local y lo universal, reside el valor de
la obra de Rulfo. Los personajes Rulfianos surgen de un anonimato, muchas veces
sin nombre o sin descripción física, casi todos son campesinos o sea víctimas
de sus circunstancias.
Predomina la perspectiva de ingenuidad infantil, del viejo
simplón o hasta del loco.
La actitud de los personajes-narradores respecto a los hechos
referidos está distanciada casi sin intromisión personal alguna, les falta todo
ímpetu vital reviven el pasado como algo obsesivo.
Juan Rulfo, en “El llano en llamas” hace alusión a la época
en la que lo escribe, y podríamos afirmar que hoy en día es igual, los
problemas sociales, son ocasionadas por problemas políticos, y como hay todavía
lugares en la cual no han llegado los beneficios de la Revolución Mexicana,
aunque como dice el dicho “Un pueblo puede tener piedras, garrotes, pistolas o
cañones; aun así, si no tiene libros está completamente desarmado”, siempre
habrá esperanza y fe, las cosas serán el reflejo de lo que pensemos y hagamos,
sin estas dos cualidades siempre será la misma historia, que nos presenta Juan
Rulfo.
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